- Contener tus ansias de decirle algo (preferentemente grosero) al "esperante" que no para de agitar el llavero (...ya se que tienes coche ricura....)
- Pensar en Herodes con amor tras media hora de oir a un niño enrrabietado sin que su madre/padre/abuela hagan nada al respecto.
- Comprobar que por desgracia la tardanza de tu cliente es directamente proporcional a tu necesidad de ir al cuarto de baño.
- Cambiar el peso de una pierna a otra.
- Acordarte de la madre de tu cliente (seguramente una santa), cuando por fin le haces una llamada al impresentable y te dice tan fresco que viene otro dia.
y mas, pero aunque no me corten las ordinarieces, lo que estoy pensando es totalmente impublicable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario