Andaba yo muy frustrada porque ningún cliente jamás de los jamases había intentado sobornarme para obtener un mejor precio. Por absurdo que parezca, estas cosas pasan, aunque hasta ayer a mi no. ¿Tanta cara de buena tengo? ¡Qué espanto!
Bueno, por fin ayer unos afganos me ofrecieron 500 euros por bajarles el precio. ¡Por fin! ha sido mas o menos como perder la virginidad.
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