jueves, 29 de mayo de 2008

¡Tengo un chip!

Tengo la impresión de que algunos de mis clientes han aterrizado en el mundo moderno de golpe y porrazo desde la edad media. La anécdota de los kazakos frente a la máquina de café, su sorpresa ante el hecho de que desde el móvil pueda llamarse a cualquier parte del mundo o su desconcierto (y cierto temor) ante el funcionamiento de las puertas automáticas del aeropuerto lo ilustra bastante bien. Y además estos en concreto llegaron a la T4, por lo que puedo imaginarme sin mucha dificultad qué pasó antes de que salieran.

Otros -con razón- evitan venir con mucho dinero en metálico y entonces comienza uno de los espectáculos mas surrealistas que puedas imaginar: la ronda por los cajeros automáticos. La mayoría de ellos asumen que un cajero no es una máquina de fabricar dinero a voluntad y que cada uno da una cantidad determinada de dinero al día. Pero siempre hay alguno que no lo entiende y lo expresa con una "riqueza de vocabulario" y gestos verdaderamente espectacular. Un día voy a pasar la gorra a ver si cae algo de los asombrados viandantes. Por lo menos para un café.

Tengo sin embargo un cliente kosovar que años atrás fué camionero en Alemania y eso hace que se considere a si mismo un hombre de mundo. Por esa razón fue a su banco y solicitó una tarjeta para los cajeros. Le dieron una tarjeta electron con un chip integrado (parece que no se fían demasiado de las bandas magnéticas, cada uno conoce lo que tiene en casa). Al preguntar si eso era suficiente para sacar dinero, el director del banco le dijo que si, que toda la información estaba en el chip. El tremendo error fue que a mi cliente no se le pasó por la cabeza informar a su banco que pretendía utilizarla fuera de Kosovo. Así que se vino para aquí tan contento agarradito a su tarjeta con algo tan galáctico y sideral como el chip y su primer disgusto fue cuando le dije que no aceptábamos el pago con tarjeta. Comienza la ronda de los cajeros.... En el primer cajero la maquinita le informó que la tarjeta no era válida en ese cajero, en el segundo, también, y en el tercero, el cuarto, el quinto.... Pero el tío seguía intentándolo. Finalmente le dije que lo mejor era entrar en un banco y consultarlo (habilidosa forma por mi parte de trasladar el muerto a otra parte, al menos parcialmente). Como el buen hombre hablaba únicamente su idioma y un alemán bastante decente, me tocó hacer de traductora. La cajera (que se merece un altar por su infinita paciencia) le explicó que para operar fuera de su país necesitaba otro tipo de tarjeta. Pese a sus ímprobos esfuerzos, la cajera no lograba hacérselo comprender, mientras el kosovar se aferraba machaconamente a su recién adquirida modernidad: "¡Tengo un chip! ¡Tengo un chip!"

Finalmente el kosovar, el chip y yo nos fuimos del banco, personalmente bastante avergonzada y posiblemente el chip también ya que se refugió en el fondo de su cartera y ya no apareció mas. El pago se efectuó finalmente por el anticuado método de la transferencia bancaria.

1 comentario:

Anónimo dijo...

dios mio que individuos por favor!!! Tengo un chip, tengo un chip, parecería película setentera cutre salsichera!!!

Nofret